Aprender inglés es todo un desafío. Conseguir un buen profesor lo es aún más.
Ser nativo, no garantiza una buena enseñanza. Muchos hablamos español, pero cuántos lo hablamos bien.
Los títulos, certificaciones y técnicas, son importantes. Muestran el esfuerzo y la capacitación que ha hecho el profesor para poder estar preparado para enseñar el idioma. Pero tanto conocimiento, no siempre garantiza que vayamos a aprender. El factor humano, la experiencia, la paciencia y el saber transmitir conocimientos, son un don que deben ser un complemento y estar presente en la clase que recibe cada alumno. Por eso, cuando buscamos un profesor, además de ver sus calificaciones, debemos encontrar que ese conocimiento llegue de forma amena, dinámica, que no sea monótona y que esa clase, les brinde el saber, que no es otra cosa que parte del crecimiento como personas, que les aportará al tener una herramienta más para comunicarse y desempeñarse en esta vida.
Una clase, debe ser divertida y que nos parezca que cuando llegó la finalización de la misma, se haya pasado el tiempo volando. Para el alumno, porque disfrutó de la enseñanza que recibió y le generó ese entusiasmo para continuar. Y para el profesor, porque brindó con pasión, lo más lindo que existe que es poder transmitir conocimiento y que el alumno aprenda. Esa es la recompensa más importante que recibimos los que día a día estamos en esta profesión.