La gran pregunta que debe hacerse todo docente es “Yo enseño, pero, ¿ellos aprenden?”
Algunos docentes se centran demasiado en sí mismos, en lo que ellos enseñan o en cómo lo enseñan despreocupándose de averiguar si el alumno aprendió o no.
Algunos de ellos creen que el sólo hecho de enseñar garantiza el aprendizaje, pero otros llegan aún más lejos porque se interesan en los alumnos solamente para saber si han despertado en ellos la suficiente admiración y devoción que “merece” el profesor, tal como podrían hacerlo los gurués de las sectas.
En ambos casos, el narcisismo de los docentes les impide ver que ni el mero acto de enseñar ni la mera devoción garantizan el aprendizaje.
Surje entonces la siguiente pregunta: “¿Cómo saber si los alumnos aprendieron?”Y es aquí donde adquiere relevancia la última dimensión del proceso de enseñanza: la evaluación del aprendizaje.
Creo que una clase completa debiera incluir unos diez minutos finales donde cada vez elijo a cuatro o cinco alumnos al azar y les pregunto algo para ver si entendieron la clase, y si alguno no responde o responde mal selecciono otro alumno diferente para que lo haga. Elijo a distintos alumnos cada clase para evitar que siempre respondan los mismos. A cada uno le pongo una nota de concepto (por ejemplo aprobado / desaprobado, o 0-10), que será considerada para la nota final.
La evaluación consta de cinco pasos:
1) Exposición.- El alumno es sometido a una situación que permitirá evaluar su aprendizaje. Para ello, el docente debe contar con alguna producción del alumno: las preguntas, comentarios o actividades que hace en clase, lo que dice en un examen oral, lo que expresa en un examen escrito, etcétera.
2) Deliberación.- Proceso mental orientado a estimar el nivel de aprendizaje del alumno. Por ejemplo cuando el docente está pensando la calidad y la cantidad del aprendizaje realizado, está en la etapa de la deliberación. En algunos casos la deliberación es muy simple y mecánica como en los exámenes tipo multiple-choice, donde el docente se limita a contabilizar la cantidad de respuestas correctas. En cambio, la deliberación en un examen final oral de preguntas abiertas es más compleja.
3) Calificación.- Asignación de una categoría o valor a la variable evaluación. Por ejemplo cuando el profesor pone un ‘8’ o un “aprobado” en una prueba escrita, ha calificado al alumno.
4) Acreditación.- Decisión respecto de si el alumno ha aprobado o no una instancia de aprendizaje. La acreditación debe ser entendida como un acto administrativo, pues, en un sentido estricto, no es más que una condición que impone la institución educativa para que a un alumno pueda reconocérsele formalmente el cumplimiento de una etapa de su aprendizaje y, por tanto, que está en condiciones de continuar su proceso educativo en instancias superiores. La acreditación supone el empleo de criterios de acreditación. Por ejemplo, “se considera que un alumno aprueba un examen si obtiene 4 puntos o más”. O bien, “se considera que un alumno tiene derecho a un examen recuperatorio si obtiene 3 puntos”.
La forma de acreditar puede tener diversas motivaciones. Por ejemplo, en 2006 la UNR (Universidad Nacional de Rosario, Argentina) decidió que la calificación para aprobar sería 6 en vez de 4. Según las autoridades, ello no significa un cambio en el nivel de exigencia, sino un cambio en lo que podríamos llamar la representación simbólica de la aprobación. En otras palabras, se les vendría a informar a los alumnos que la universidad no aumentará su nivel de exigencia pero quiere que los alumnos sepan que la universidad exigirá más (¿?). Nos preguntamos si acaso la universidad no dispone de otros medios más genuinos para elevar su prestigio.
5) Devolución.- Consiste en informar a un alumno en particular o a los alumnos en general no sólo la calificación obtenida sino en ocasiones sus fundamentos. A veces la inquietud parte del mismo docente, y otras veces se genera por la inquietud de algún alumno que podría considerar que la calificación obtenida no es acorde con su producción.
En síntesis: En la exposición el docente toma una prueba escrita. En la deliberación el docente examina la prueba escrita. En la calificación el docente le pone una nota. En la acreditación el docente decide si el alumno aprobó o no según la nota puesta. En la devolución el docente informa al alumno sobre su calificación y ocasionalmente puede también ofrecerle una fundamentación de la misma.