Acá les contaré como es que conocí un ámbito educativo completamente nuevo y absolutamente cálido, agradable y que se disfruta con plenitud: la educación a adultos mayores.
También por medio de la universidad, un grupo de profesores tuvimos la oportunidad de dictar clases mediante un curso en el que asisten personas de más de 50 años. Las edades son variadas y el poder adquisitivo y la proveniencia de estos estudiantes, diverso.
Una de mis profesoras con experiencia que me guía en este inicio de la carrera, me comentó con que me iba a encontrar. Un grupo muy exigente, muy empapado en los datos históricos y con un cariño especial por la instancia de clases.
Nos dimos cuenta que este tipo de clases se prepara de forma diferente que la rigidez universitaria a la que estaba acostumbrado: un formato flexible, con mucho diálogo con mis alumnos, pero no por ello exento de una explicación bien detallada y nutrida.
Sin embargo, ellos se contagian de la pasión que le aportaba a mis clases, lo que generaba un ambiente mucho más cálido mediante acotaciones, anécdotas personales y múltiples comentarios que le daban un color a ese instante como casi nunca había visto antes.
Ayudado por mi Power Point, los gráficos, mapas y esquemas hacían lo suyo, entusiasmando a mis oyentes, que además eran participantes de esta instancia educativa.
Sin dudas que esta experiencia me dio ganas de seguir por este sendero de la enseñanza a adultos mayores, que realmente muestran unas ganas de conocer y mostrar sus conocimientos, que hacen más placentera la docencia de la Historia.