La música: regalo de Dios a los hombres.

¿Qué sería de la vida sin la música? ¿Cómo podríamos caminar por esta vida si no existieran melodías, armonías, contrapuntos, fugas, y todos los deleites que nos brinda este maravilloso arte…?

Religioso o no, todo ser humano guarda dentro de sí una inmensa y profunda nostalgia de Dios, de lo Infinito, de lo Inasible, de lo Intangible, de lo Supremo; aunque no nos guste o no lo aceptemos nuestras almas anhelan la Divinidad. Pero he aquí que Dios (o como sientan llamarlo) puso a disposición de los hombres este arte, tal vez como una forma de recordarles Su presencia a través del sonido (convengamos que es muy buen estratega, sabe llamar nuestra atención de mil y un maneras).

¿Acaso hay alguien que jamás en su vida haya sentido que una melodía lo eleva mas allá de lo imaginable, que lo transporta a un estado donde solo existe el mismo y esa música?.

Más allá de que mi opinión es subjetiva ya que estoy muy ligado a la música, creo sin lugar a dudas que es la más maravillosa de las artes por varias razones. Por ejemplo: las obras maestras de la pintura, de la escultura, de la arquitectura, etc., fueron creadas una vez y la mayoría ha perdurado afortunadamente más allá de los siglos, pero en cambio la Novena Sinfonía de Beethoven, el Réquiem de Mozart, La Misa en Si menor de Bach, el Concierto para Violín de Brahms (por nombrar algunas de las mas grandísimas composiciones jamás escritas) necesitan ser recreadas una y otra vez, no alcanza con lo que está escrito en la partitura, no es más que una guía, un mapa hacia un universo sustentado en el sonido. Es la más participativa de las artes, ya que no basta con que el compositor componga, este necesita de músicos que ejecuten, que recreen su música una y otra vez, y estos a su vez necesitan de él. La música se hace presente pero a la vez no se puede decir que este en tal o cual lugar, ya que en esencia es inmaterial, más allá de que se utilicen objetos materiales (instrumentos) para ejecutarla.

Los grandes maestros han sido muy conscientes de la gran conexión que hay entre lo Divino y el arte musical, sobran anécdotas. Cuentan que en el ensayo previo al estreno de una de sus Sinfonías, uno de los violinistas de la orquesta le reprochó al mismísimo Beethoven la dificultad de la ejecución de algunos pasajes, a lo cual éste respondió muy en sintonía con su temperamento: “¡Cuando Dios Padre mismo me está dictando tan maravillosas melodías no puedo pensar en usted y su insignificante violín!”. En una carta a su padre el irrepetible Mozart escribe: “… en realidad yo no me siento un compositor de música, solo la compagino, ya que ésta me viene dada…” Yo pregunto: ¿de dónde?

También es de observar que todas las grandes religiones utilizan música para adorar, para pedir perdón, para comunicarse con el Creador. Definitivamente no es algo casual. Estas son solo simples reflexiones, mucho podríamos hablar de esto y aun seguiría siendo poco, pero podríamos terminar diciendo: Bendita sea la música, que nos permite llorar sin lágrimas, reír sin carcajadas, gozar con el espíritu, volar a pesar de no tener alas y recordarnos que lo Infinito no le es negado a los hombres.

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