Mis primeros pasos en una escuela secundaria

Corría el año 2016, casi llegando a la mitad. Yo había dejado currículums en muchas escuelas de Rosario, y en septiembre tuve suerte en una. "¿Marcelo? Soy directora de una escuela. Mirá, te necesitamos para un reemplazo para mañana y pasado mañana en estas materias: tomá nota."

Esas materias eran varias: Historia, Formación Etica y Ciudadana, Construcción de Ciudadanía y Seminario de Ciencias Sociales. También era amplio el arco etáreo: desde chicos de 13 que recién comenzaban su secundaria, a pibes de 17 que estaban prácticamente en Bariloche.

Pedí por favor, saber qué temas se daban en cada materia para poder continuarlos. Así fue como me dieron el teléfono del profesor titular, que me ayudó incluso en qué actitudes tomar ante determinadas situaciones, cómo era recomendable ir vestido, cómo era cada curso, y algunas particularidades, como la de que un chico de 16 que tenía una discapacidad tal que razonaba como uno de escuela primaria. Fue así como también se me ocurrieron y diseñé ejercicios especiales para él, como unir con flechas o completar frases...sobre exactamente los mismos temas que afrontan los demás. Sí, todos los desafíos de golpe.

Y me puse nervioso, sí. Nunca había estado al frente de un aula. Pero salió muy lindo. Muchos temas daban para el debate, lo que sacaba a la luz los conocimientos más profundos que los estudiantes podían llevar consigo. ¿estaban todos concentrados? No, desde ya. Eran más de 25 en cada curso. Pero fue un tiempo que me permitió ir descubriendo formas de entrarle a cada alumno, de manera que si las clases o las materias no les gustan, igual tomaran en cuenta la posibilidad de prestar atención. Y sin necesidad de gritar.

También aproveché la oportunidad para experimentar. "Ya que tenemos esta posibilidad, intentemos dar una de las clases en ronda. Mirándonos todos a los ojos." Y lo hicimos, y fue muy satisfactorio. Tanto para mí como para los chicos y chicas.

Esa experiencia, como la primera que fue, terminó siendo clave para comenzar a adecuarme a la vida cotidiana de una escuela secundaria. Qué tiempos tienen los chicos para absorber los aprendizajes, hasta qué punto exigir o dar pie para que ellos mismos se animen a sacar afuera sus saberes, cómo hacer uso del pizarrón y de otras herramientas didácticas que fui incorporando con siguientes experiencias.

Una primera experiencia a puro nervios, pero muy satisfactoria y siendo consciente que tenía mucho por mejorar y pulir, pero también de que iba por el buen camino.