El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información

Durante mi labor como educadora, a lo largo de estos años tuve la experiencia de encontrarme con alumnos de diversos y lejanos países. Muchos de ellos, fieles acompañantes de sus parejas llegaron a la ciudad de Bahía Blanca sin conocer el idioma español, la cultura del lugar, el turismo local, entre muchas otras cosas. Es aquí cuando mi desafío como profesora se pone a prueba, lo cual me lleva a trabajar previamente sobre intereses, preferencias, necesidades concretas que desean que les transmita. Rápidamente las clases se convierten en un aprendizaje vivencial; se aprende compartiendo, sintiendo, interactuando con los habitantes del lugar.

En una ocasión, Katy proveniente de New York, quien había llegado a esta ciudad con su esposo francés porque éste trabajaría durante un largo período en la zona portuaria, se encontraba muy preocupada ya que siendo vegana no hallaba productos frescos, acorde a su filosofía de vida. En las clases de español siempre que podía comunicaba su padecimiento; lo que ella no sabía que mi preocupación se había vuelto diaria y cuando pude hallar un agricultor orgánico la conduje hasta una huerta en los alrededores de Bahía Blanca. La alegría de la joven mujer desbordaba en agradecimientos y halagos hacia mi persona. En realidad para mí tenía otro significado este reconocimiento: vivir el idioma in situ había hecho que mi alumna desde lo vivido y sentido internalizara espontáneamente vocablos que nunca los hubiese expresado en otro momento de formación.

Cabe decir que Katy incorporó modismos del norte argentino, puesto que los propietarios de la huerta orgánica son originarios de San Salvador de Jujuy. Cada sábado durante dos largos años, ella y su esposo asistían al lugar mencionado, mientras mantenían una afable conversación en español.

Hoy, solo es un recuerdo que deseo compartir.