A diario nos vemos expuestos al dialogo con los demás, tomamos decisiones, elegimos y opinamos... No siempre coincidimos con los demás y a veces, sin darnos cuenta, nos imponen la forma de pensar...
Cada vez que mis alumnos tienen que aprender el tema: "Texto argumentativo", les hago hincapié en que lo importante es que sepan defender su opinión y que puedan conocer e investigar ampliamente sobre el tema... No espero que piensen igual que yo, es más, como docente me he acostumbrado a "Yo, Suiza", mantenerme neutra y abierta a lo que ellos quieran comunicar... Incluso, ellos mismos me piden consejo, ideas, hasta argumentos para validar sus tesis... y, si no coincide con mi pensamiento, debo esforzarme el doble para ayudarlos (pero lo hago, porque he escuchado las dos campanas, porque sé el motivo por el cual se defiende la postura opuesta).
Al argumentar siempre nos piden que nos cuidemos para no caer en las llamadas "falacias". Estas son expresiones que intentan servir de argumentos pero que en verdad encierran una mentira... Sí, son mentiras disfrazadas de verdades... Una de las más comunes es la de la (falsa) autoridad, en ella, se da por sentado algo solo porque quien lo dice es una eminencia (en ese u otro tema). No todos son especialistas en todos los temas... por ello, investiguen, lean, aprendan... no se dejen llevar por las palabras de su cantante, actor o conductor favorito... tampoco de aquel político que les interesa o de cualquier persona que merezca su atención...
Tienen toda la libertad para opinar distinto, pero sepan demostrar y sostener su opinión... no se conviertan en robots que siguen a un ser "superior", hagan valer su opinión y sus ideas... porque aquel que pueda hacerse valer y escuchar...ya ganó.