Durante muchos años de trabajo, he comprobado que los alumnos "curiosos" son los que más aprenden.
Pero... ¿Qué hacer cuando el alumno no tiene empatía con la matemática?
Ahí está el problema del docente...
¿Cómo despertar la curiosidad en el alumno?
Si logramos vincular lo que le gusta al alumno con la matemática quizas despertemos el interés por saber más.
Si a un alumno le gusta la música quizas no sepa que la letra de una canción tiene métrica y tiene rima, o que la música cuando se escribe en pentagrama tiene un tiempo y se representa con notas que se relacionan con fracciones.
Quizas si le hacemos relacionar las acciones cotidianas como el abrir o cerrar una puerta, con ángulos.
Analizar que la hora tiene un sistema de contar distinto que para contar las cucharas de azúcar que se le coloca al té.
Observar que una fuente de agua tiene chorros que describen parábolas de concavidad negativa.
Si habláramos de astronomía, pensar en los planetas, las estrellas y las grandes distancias que hay entre ellas, quizás podíamos entender lo que han pensado Copérnico o Galileo.
Y si viajáramos con la imaginación, imaginando ir muy muy rápido, podríamos pensar como pensó Einstein.
Fibonacci comenzó contando a partir de una pareja de conejos y las crías de los conejos y luego contó pétalos de flores, así observó que se cumplía una suesión numérca, sucesión que lleva su nombre.
Cuenta los pétalos, por lo general son 13. Entónces, me quiere o no me quiere?.. Me quiere!
Después lo relacionó con el número de oro, el número Phi.
Tan usado por artistas plásticos, músicos y arquitectos en todo el mundo.
Solo es cuestión de despertar la curiosidad y el interés!
Claudia Araceli Carambia.
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