Hace mucho, mucho tiempo, cuando lo que más me caracterizaba como persona era el hecho de no saber que hacer con mi vida, decidí que el irme de viaje a Japón era lo mejor que podía hacer con mi humanidad.
Siendo que provengo de una familia de clase baja - por no catalogarnos de pobre, con P mayúscula -, aquel sueño de juventud era tan realizable como el de ganar el Nobel de Literatura o convertirme en la primer mujer presidente de Boca Juniors.
Sin embargo, y a pesar de no tener muchas cartas de peso en mi poder, encontré un as bajo la manga cuando, en medio de mis averiguaciones sobre temas nipones, descubrí que el gobierno japonés permitía a varios jóvenes del todo el mundo vivir y estudiar en su país con una beca al 100%.
Resumiendo: me presenté a la beca en el caótico 2001 argentino, todos los espirítus de todas las religiones me iluminaron, me dijeron que me habían aceptado, y en abril del 2002 estaba al otro lado del globo terráqueo. El país del sol naciente me había dado una oportunidad fantástica e irreal para alguien de mi status económico: estudiar dos tecnicaturas cortas (una de idioma japonés y otra de diseño de manga), sin tener que devolver un centavo de lo recibido.
Mi beca terminó hace tiempo y, si bien hubo momentos de oscuridad, en general la continúo considerando una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Es por eso que, a cuanto estudiante nuevo se me acerca con la idea de ir a por ella, intento comunicarle todo el conocimiento que tengo sobre el asunto en pos de que logre obtenerla.
No es fácil. A modo de ser sincera, es bastante díficil. Pero, tampoco es imposible. Si querés aplicar, lo mejor es presentarse. Mismo así si vas a averiguar por la beca y desde el Centro Cultural intentan desmoralizarte con que: "No. Lo que querés hacer no es lo que están buscando allá. Te vas a presentar y seguro que no te van a elegir." Mi consejo sano: No le des bola. Ya lo han hecho con gente que conozco y, que hoy día, o bien ya se fueron con esa "beca que NO le iban a dar" o se están por ir.
El no ya lo tenés. Cambiarlo por un sí depende que lo intentes.